La historia

Convertir lo particular en general


Decir y Mostrar: Lectura y análisis de Mi jockey de Lucia Berlin︎

Una historia es uno o varios acontecimientos relatados con un sentido, generalmente para transmitir una emoción o enseñanza. Antiguamente, historia significaba también investigación, lo cual alude al conocimiento que adquiere el narrador al decidir qué contar.
La historia le sucede a un personaje. El personaje puede ser una sola persona o varias, incluso puede ser un pueblo, un animal, un jardín o una casa. El único requisito es que a este personaje le mueva un deseo y encuentre dificultades de cualquier índole para realizar aquel deseo.
En ese sentido, la historia describe la vida. La imita.  Sin embargo no es la vida.


“Resulta fascinante que una historia sobre una vida inventada, ubicada en un tiempo y un espacio desconocidos,  nos permita encontrarnos con nosotros mismos”.


La vida y la historia son cosas distintas.
Mientras la vida sucede sin orden ni estructura ni sentido ni explicación, el ser humano quiere establecer un orden, una estructura, un sentido y una explicación de las cosas. La historia es una de las investigaciones que el sujeto realiza en esa búsqueda interminable e insatisfactoria.
A lo largo de los años, ni la ciencia ni la religión ni tan siquiera la filosofía ha podido resolver las dudas sobre el sentido de la vida.  Las historias, accesibles a todos los mortales sea cual sea nuestra trayectoria, surge probablemente como el mejor paleativo.

Historias arquetípicas


Se han contado historias de todo tipo a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo, de modo que la diversidad es infinita. Sn embargo ciertos modelos se han ido repitiendo y esto ha dado lugar a historias arquetípicas. 
Estas historias develan experiencias humanas universales, vestidas de historias específicas. Ampliando la paleta de infinitos matices, no obstante, parece que se redunda en unos determinados colores. Podemos deducir de esta tendencia que una historia arquetípica es aquella que nos presenta a personajes y situaciones poco habituales, pero nos muestra un conflicto tan humano que nos identifica.
De esta manera, en la historia lo ordinario se convierte en extraordinario. Resulta fascinante que una historia sobre una vida inventada, ubicada en un tiempo y un espacio desconocidos,  nos permita encontrarnos con nosotros mismos.

El fondo y la forma de la historia


Una historia es única tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta. De allí la importancia de saber calibrar el fondo y la forma.
En gran medida, la forma de contar una historia describe la cosmovisión del que la cuenta. La forma, por otro lado, es la presencia oculta del autor en la historia. La forma es una expresión del criterio con el que el autor ordena su mundo.


“Las artes narrativas se han convertido en la principal fuente de inspiración de la humanidad en su búsqueda del orden en el caos y de la coherencia interna en la vida”.
Robert Mckee


¿Qué método utilizo para contar una historia?


En términos generales, al contar una historia respondemos al menos seis preguntas a través de una composición narrativa:
¿Quiénes son los personajes?
¿Qué quieren?
¿Por qué lo quieren?
¿Qué hacen para conseguirlo?
¿Qué les detiene?
¿Cuáles son las consecuencias?
Probablemente, contestar estas preguntas puede resultar sencillo si lo explicamos. Sin embargo en este caso el reto fundamental es mostrarlo a través de la descripción, de modo que sea el lector el que responda estas preguntas en su mente. Recordemos que el gran estímulo de las historias es la forma en que incide en la psique del que nos oye o lee.

Cuidado con la historia interminable


Resulta inevitable repetir un tópico de nuestro tiempo: menos es más. No hay algo más insufrible que oír las vacaciones de un mes de una persona que cree que contar una historia es contarlo absolutamente todo. Ya llevas una hora oyendo el cuento y el narrador todavía no ha cerrado la maleta. 
Hay una confusión en torno a qué debemos contar. Una pregunta fundamental para deshacer esta confusión es preguntarnos por qué queremos contar lo que queremos contar. Si conseguimos responder la pregunta tendremos un objetivo. Por ejemplo, si mis vacaciones fueron felices buscaré aquellos acontecimientos en los que fui más feliz y solo con contar uno, deteniéndome en los detalles, transmitiré lo que quiero. Si fueron un desastre, entonces eligiremos de todas las peripecias que pasamos, dos o tres que ejemplifiquen nuestra desventura y quien nos oye empatizará con nuestra historia. 
Contarlo todo es un vano intento de abarcar la vida. La vida es inabarcable. Sin embargo los acontecimientos significativos son capaces de iluminar las arterias de ese caos imposible que es la vida.