Toni Morrison


En Beloved, al abordar un acontecimiento histórico como la esclavitud, Toni Morrison tenía claro que explicar los detalles de una época y de una circunstancia como esa solo sería original si era capaz de convertirlo en algo personal: «el punto de intersección donde la institución se vuelve personal, donde lo histórico se refiere a personas concretas, de carne y hueso», ese era el norte.
        Solo a través de lo personal es que podemos transmitir lo que sentimos como autores y el instrumento para ello es sin duda el personaje. Sin embargo, a diferencia de otros escritores, Toni Morrison prefiere que estos sean totalmente inventados. «Nunca uso a nadie que conozco», dice, «(…) que sean inventados es parte de lo que resulta fascinante de escribir». Para ella, escribir sobre gente real es atentar contra el derecho de propiedad de la vida de las personas, por supuesto, en un sentido muy extraño: «esa persona es dueña de su vida, tiene la patente, no debería ser usada para la ficción».
        La idea del autor, lo que Morrison considera la fuerza narrativa, se canaliza a través del personaje inventado, eso es lo maravilloso de las historias, pero ¿y qué de esos personajes que de pronto cobran vida, se rebelan y dejan de obedecer las órdenes del autor? Para ella no existe tal cosa. Explica: «Si los personajes fueran personas capaces de escribir libros, los escribirían, pero no son personas, por eso no pueden escribir, el que puede escribir es el autor».