Raymond Carver


Raymond Carver escribía hasta veinte borradores de sus relatos; y hasta cuarenta si se trataba de un poema. Para él, resultaba instructivo ver los borradores de los grandes escritores, tales como las fotografías de las galeradas de Tolstói, a quien por lo visto le encantaba la reescritura y se dice que rescribió ocho veces «Guerra y Paz»; y después de eso el ruso siguió corrigiendo en galeradas, nunca dejaba de hacerlo.
        Carver escribía el primer borrador deprisa, «casi siempre a mano». Lo consideraba un esbozo y no se detenía en las escenas más complejas o que merecían más atención; a esas volvía luego. Una vez que terminaba el borrador lo reescribía a máquina, haciendo correcciones; y a partir de allí, los borradores se sucedían. El trabajo más difícil venía a partir del cuarto, cuando quitar resultaba tan peligroso como añadir.
        Carver, quien renegaba de la etiqueta de minimalista, consideró su relato «Catedral» como un cambio de dirección en su forma de escribir. Desde este cuento sus narraciones se volvieron más extensas y generosas; y algo cambió en sus personajes que, sin dejar de ser fracasados y marginales, ahora gozaban de un breve instante de frenesí.