Los sentidos y la escritura



En su libro «Una historia natural de los sentidos», Ed. @anagramaeditor, Diane Ackerman escribe un poético ensayo en torno a la capacidad e interpretación sensorial del ser humano.
        En este caso particular, nos concentramos en el olfato. Teniendo en cuenta que, para las descripciones de nuestras historias, es necesario trabajar con los cinco sentidos.
        Ackerman cita a Helen Keller: «El olfato es un hechicero poderoso que nos transporta miles de kilómetros y hacia todos los años que hayamos vivido».
        Pero ¿Cómo describir un olor? El olfato es un sentido mudo y, para describirlo, la escritora nos propone tres formas.

  1. Cuando decimos que un olor es sulfúrico, floral, frutal o ahumado, en realidad nos estamos refiriendo al azufre, a las flores, a las frutas o al humo.
  2. Otra forma de describirlos es asociándolos a lo que sentimos al oler. Por ejemplo, inmundo, delicioso, hipnótico o asfixiante.
  3. Quizás la mejor forma de describirlos en nuestras historias es la tercera opción: la forma indirecta o metafórica. Por ejemplo, «la sangre olía a polvo» (Paul West) o «el aire olía a hielo» (Cristina Sánchez-Andrade).