Esto se lo dice Fitzgerald a su hijo en una carta. Al joven no le gustan las matemáticas y quiere dedicarse solo a escribir. El padre lo conmina a seguirlas estudiando, algo sacará de eso y le hará mejor escritor.
        ¡Cuánta razón! He pasado años de mi vida invirtiendo tiempo en algo que no me gustaba, básicamente para pagar cuentas.
        Sin embargo, he llenado mi memoria de grandes anécdotas y personajes, que de no haber sido camarero, no conocería. Además desde esa invisibilidad que te da aquel oficio, desde allí hurgando conversaciones e interpretando gestos, he hilvanado historias emocionantes y verosímiles.
        No desprecies aquello en lo que inviertes tiempo aunque no te guste, pero jamás dejes de escribir.