La negrura de Delphine

Reseña


Recuerdo que cuando estuve en San Sebastián me tocó un día nublado, pero el sol se traslucía en algunos momentos, a través de las hebras que unían unas nubes con otras. Quedé sorprendido por esa ciudad sobre todo por la luz. Esa luz negra, como la describía yo a mi manera, mientras caminaba por el malecón de la Concha junto a Susana. Hay una luz parecida en las novelas de Delphine de Vigan.
Esta semana leí la primera de todas, Días sin hambre, donde la escritora cuenta su experiencia con la anorexia. Se publicó en París en 2001 y fue traducida y recuperada en España, gracias a Anagrama, en 2013, tras el inapelable éxito de “Nada se opone a la noche” (2011), novela en la que De Vigan investiga la vida de su madre, después de encontrarla muerta junto a una nota suicida.
También en “Días sin hambre” utiliza la estrategia de alejarse de sí misma para contarse la vida y para hablar de los que ama, motivo de la escritura de una novela, según Roland Barthes. Sin embargo, en “Nada se opone a la noche”, Delphine se convierte en un narrador testigo, alguien que cuenta lo que le pasó a otro, la madre, Lucile, con la condición de tener un vínculo directo con lo que ocurre en la historia que se cuenta. Mira desde fuera, estando dentro. En “Días sin hambre” Delphine utiliza la tercera persona, el narrador invisible que puede ver a través de los ojos de la protagonista, y que por momentos se distancia, escarpa la historia, describiendo lo que todavía se puede ver  a lo lejos, bajo esa luz negra.
En “Días sin hambre”, Delphine, convertida en Laure, llega al límite de la anorexia en la primera página de la novela. En “Nada se opone a la noche”, en la primera página, la narradora encuentra muerta a su madre. Laure, jovencísima y delgada como una cerilla, tiene que elegir entre vivir o morir. Delphine debe elegir si escribir o no lo que le acaba de ocurrir. En ambas nos aborda inesperadamente el vértigo del abismo.
Imperfecta, sin la magnífica modulación de “Nada se opone a la noche”, “Días sin hambre” muestra las garras con las que escribe Delphine de Vigan, garras que a veces parecen plumas.
︎