Juan José Saer


«Nunca sabremos cómo fue James Joyce», así empieza el primero de los ensayos del compendio «El concepto de ficción» del escritor argentino Juan José Saer, publicado por Alfaguara en 1997.
        Los biógrafos de Joyce, Gorman y Ellman, difieren, según Saer, no en la veracidad de sus propuestas sino en el estilo. Para el escritor argentino, Ellman, quizás protegido por la perspectiva del tiempo, dice lo mismo que Gorman, pero con un estilo que «confiere a su relato una ilusión más grande de verdad».
        Sin embargo, es solo una ilusión.

La voluntad de rigor científico de las biografías suele, por no decir «implica», desvanecerse en la subjetividad del biógrafo. El biógrafo se desvanece en el biografiado. Gorman, menos genuino, y Ellman, celebrado, se desvanecen en Joyce; y sin darse cuenta convierten a Joyce en Gorman y Ellman.

El reconocimiento de esta condena, nos parece decir Saer, es el motivo de la ficción, que no es menos verdadera que la biografía. Porque, ¿qué demonios sabemos acerca de la verdad? Solo que es compleja, responde Saer.
        La ficción, en este sentido, es el recurso más honesto para explorar esa complejidad.
        Creer que la ficción es lo contrario de la verdad es solo una «fantasía moral».

A menudo, el escritor de no-ficción está encorsetado en lo verificable y pierde de vista la verdad de su historia.
        Para Saer, la ficción rompe el corsé, lo muestra, hace del corsé el problema fundamental. «No vuelve la espalda a una supuesta realidad objetiva: muy por el contrario, se sumerge en su turbulencia, desdeñando la actitud ingenua que consiste en pretender saber de antemano cómo esa realidad está hecha».

El escritor de ficción no es un reivindicador de lo falso. O no debería serlo. Simplemente es alguien que asume que en las anécdotas verificables no está contenida la verdad del personaje, de la trama, de la época.
        Nunca sabremos cómo fue James Joyce, dice Saer, y eso es lo que hay que transmitir.