Huye de los tópicos
¡Huye de los tópicos!
Es muy difícil, pero tienes que ponerte con eso.
- Jamás utilices «tensa calma» para describir un momento en que no pasa nada, pero que antecede una tormenta fatídica.
- Ayer en el bar un negacionista se puso pesado y le dije «todo es relativo» y se fue a calentarle la cabeza a otro. Eso vale con los pesados porque los quieres lejos, pero no con los lectores.
- «La vida es un valor supremo» ¿perdona?
- «Tenía que tomar las riendas de su vida», por favor, dime qué tenía que hacer, seguro será más interesante.
- Jamás empieces un diálogo con «¡Hola! ¿Qué tal?» Como dice mi profesora de la Escuela de Escritura: los personajes no se saludan ni despiden, si eso no cumple una función específica.
- «Lo amaba más que a nadie en el mundo», el amor es algo muy particular, mucho más personal y genuino que «nadie en el mundo».
- «Enarcó las cejas»: yo usaba mucho esta expresión hasta que intenté enarcarlas.
- «Labios rojo carmín», «Ojos de gato», «mirada felina», «una persona normal», «el tiempo pasó volando», «murió en su ley»…
Hay millones de tópicos, incluso es un tópico decir: «Y para usar un tópico diré…»
Llegué a Europa hace diez años y me acuerdo de haber escrito en mi libreta después de esquiar por primera vez: «Nadie es blanco como la nieve». Ni siquiera la nieve era blanca.
Recuerda: mirar y conocer es el antídoto contra los tópicos.
Afina la mirada y rompe esquemas.