El comienzo



«Si el tiempo es bueno, por supuesto que iremos —dijo la señora Ramsay—.»
Al Faro, Virginia Woolf

Esta frase inicial es un ejemplo perfecto de lo que debe tener el comienzo de una historia.
        La novela empieza en medio de un diálogo. Una opción muy popular hoy en día, con la que el autor nos zambulle en medio de una escena en marcha. Pero si vamos más lejos, veremos también otros elementos.
        El tiempo puede que sea bueno o puede que no. Sentimos una duda. Si hace bueno irán, no sabemos a dónde, pero sabemos que irán. ¿Pero si no?
        La señora Ramsay por supuesto que irá si hace bueno. La señora Ramsay muestra seguridad en sus palabras. La señora Ramsay decide. 
        Por si fuera poco hay otro u otros personajes. ¿Quién será? De momento le habla a alguien con menos autoridad que ella.
        Luego descubriremos que es su hijo James.


        Al inicio el lector busca situarse, saber qué pasa. Hay que aprovechar esa predisposición que es breve y decisiva. Y ponerlo cómodo para emprender el viaje.


        Debemos definir al tipo de narrador, el punto de vista, el espacio y el tiempo, y pronto hacia dónde nos dirigimos.
        El inicio es una promesa, básicamente porque como lector te propone preguntas y eso es excitante. Solo toma en cuenta dos cosas básicas: no sermonees y no dejes que pase demasiado tiempo sin poner en movimiento la historia


Apúrate con la primera acción desencadenante y luego ya podrás ir con más calma.


IMPORTANTE: El inicio es uno de los motivos del bloqueo. Así que, si no sale, déjalo para después y sigue con tu historia, ya lo escribirás luego.