Carmen Laforet


Carmen Laforet nace en Barcelona en 1921. Su familia se muda a Gran Canarias dos años después. Vive una infancia feliz, marcada por el entusiasmo deportivo de su padre y por las lecciones de su madre, una profesora culta y sensible.
        La familia, bien avenida, saludable y moderna, se rompe cuando la madre muere a los treinta y tres años de forma inesperada.
        Entonces el padre de Carmen se vuelve a casar con una mujer que se convertirá en la madrastra indeseable, inculta y superficial. Un personaje que la escritora prefigurará en sus cuentos y novelas más adelante.
        Esta relación imposible obliga a la jovencita a descubrir dos cosas que la marcarán a fuego: la orfandad y la independencia.
        En esos años, escapa de casa después de estudiar y se pasa los días en la playa. A menudo solitarias tardes en las que se siente libre mientras se baña en el mar, lee a la sombra de un árbol o escribe en su libreta.

Su primer novio se va a vivir a Barcelona en el verano de 1939. Ella quiere ir tras él y le pide a su padre que la deje marchar a su ciudad natal, de la que guarda un recuerdo idealizado.
        Aquel viaje supone una fuga definitiva. Laforet tiene dieciocho años y vuelve a la casa de la avenida Aribau, donde aún vive su abuela. Todo ha cambiado. Aquella casa luce como la ciudad, herida por la guerra y la decadencia.
        De esta experiencia nace su primera novela, precoz, brillante, que escribe con solo veintitrés años: «Nada».

Carmen Laforet, que murió en Madrid en el 2004, publicó cuatro novelas en vida. Escribió más de cien artículos entre la revista Destino y El País, numerosos cuentos y novelas cortas, extensas correspondencias, pero nunca pudo quitarse de encima el peso de «Nada», premio Nadal en 1944.
        La novela que la encumbró, también la obligó a huir de su propia vida célebre.
        Se casó, formó una familia numerosa y produjo una obra silenciada por la asfixiante comparación con su primera diana.

Casi veinte años después de su muerte, la obra de Carmen Laforet sorprende por su vigencia y vigor artístico.