Ali Smith


«Yo pienso», le dice Ali Smith a Gillian Beer, «que todo es la voz». Sin la voz no existe nada en la literatura. Lo primero que un escritor busca, antes de escribir, o lo que se apodera del escritor, desde un punto de vista místico, es «la voz que narra». En ese sentido, pensar que la prosa puede prescindir de una voz, incluso cuando el narrador es una tercera persona, es un error fundamental. «Hay que usar los oídos», dice Smith.

Si los usamos nos daremos cuenta de que todo es un diálogo, una polifonía. Los seres humanos estamos narrándonos constantemente lo que hacemos y lo que debemos hacer. Y no siempre usamos la misma voz. Incluso, «para referirnos a lo que no entendemos» nos hablamos de cierta manera. La estructura de nuestro discurso está precedida por una forma de decir, una voz que se abre paso y se manifiesta, implícitamente. Una fuerza.

Incluso aquel que no tiene estilo, tiene voz.

En ese sentido, ¿por qué la voz se calibra de una forma u otra?, ¿de dónde viene esa forma especial de manifestarse, de graduarse o de descontrolarse?, ¿quién tiene la autoridad para tenerla?, son algunas de las preguntas que aparecen en la cabeza de Smith cuando empieza una historia.

«La voz viene acompañada de una historia», agrega la autora británica, «generalmente trae consigo un lugar (…) un reflujo de cosas». Por eso es muy importante oírla con atención y ver alrededor de ella. Esto es la imaginación, a fin de cuentas. «Se trata de tocar la cáscara y la estructura desde la que esa voz se manifiesta».
        No podemos hacer el camino inverso. No sería natural.

Beer le pregunta a Ali Smith si ella, tal como hacía Mansfield, va con una libreta anotando las conversaciones de la gente, registrando esas voces para futuras historias. «No», responde Smith, «en mi caso no se trata de ir registrando todo en una libreta, es más una cuestión de estar atenta, por ejemplo, en un bus hay muchas voces, muchas conversaciones, pero a veces lo que buscamos está en el sonido que emite la botella que está rodando por el suelo».